El Parque Nacional Villarrica, y en particular el sector Challupén en las faldas del Volcán Ruka Pillan, es un laboratorio natural donde la flora ha evolucionado para adaptarse a las condiciones extremas de un entorno volcánico y montañoso. La vegetación se distribuye en distintos pisos altitudinales, creando un mosaico de ecosistemas fascinantes.

Los Bosques Caducifolios y Resinosos
El parque es un santuario para los bosques dominados por las especies del género Nothofagus, conocidas como “hayas del sur”. Estos bosques, en particular, son un elemento central en la ecología del lugar.
Raulí (Nothofagus alpina): Este árbol caducifolio es uno de los más destacados del parque. Se asocia a menudo con el Coigüe (Nothofagus dombeyi) y el Roble. El Raulí se distingue por su tronco recto y su rápido crecimiento, y sus hojas cambian a tonos dorados y rojizos en otoño. Se encuentra en los bosques más bajos y templados, prefiriendo sitios con temperaturas moderadas y alta luminosidad.
Roble Chileno (Nothofagus obliqua): También conocido como Hualle o Pellín, es otra de las especies de Nothofagus presentes en el parque. El Roble es un árbol de gran tamaño que puede alcanzar hasta 50 metros de altura. Su madera es muy resistente y se encuentra en los bosques caducifolios andinos, a menudo asociado con el Raulí. A diferencia del Raulí, el Roble se regenera en lugares más expuestos y con suelos más temperados.
Bosques de altura: Los gigantes de la Cordillera de Los Andes
A medida que se asciende por las laderas del volcán, la vegetación más representativa es el bosque andino caducifolio y el bosque resinoso de coníferas. Las especies dominantes aquí son:

Araucaria o Pewen (Araucaria araucana): El árbol más emblemático del Parque y un símbolo sagrado para el pueblo Mapuche. Esta especie milenaria, declarada Monumento Natural, forma imponentes bosques puros o se mezcla con otras especies. Su tronco cilíndrico y su copa en forma de paraguas son inconfundibles.
Lenga (Nothofagus pumilio): Un árbol caducifolio que domina las zonas más altas del bosque. En otoño, sus hojas se tiñen de intensos tonos rojizos y dorados, creando un espectáculo visual. A mayor altitud, la lenga se vuelve achaparrada, adaptándose a las duras condiciones de viento y frío.
Coigüe (Nothofagus dombeyi): Un árbol de gran tamaño, característico de los bosques templados. Aunque en las zonas más elevadas se encuentra en menor proporción, es un pilar fundamental del ecosistema, especialmente en las zonas de transición con otros bosques.
Ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis): Esta conífera de hoja perenne se encuentra en las zonas más secas y rocosas, a menudo mezclada con la araucaria. Su madera es muy valorada y forma densos rodales en algunos sectores.
Ñirre (Nothofagus antarctica): Similar a la lenga, este árbol es más pequeño y se adapta a suelos más pobres y húmedos. Sus hojas también cambian de color en otoño, contribuyendo a la paleta cromática del paisaje.
Matorrales y arbustos de la alta montaña
A medida que la altitud aumenta y las condiciones se vuelven más hostiles, la vegetación arbórea desaparece y es reemplazada por matorrales bajos, conocidos como “matorral bajo andino”. Aquí se pueden encontrar especies como:

Copihue (Lapageria rosea): es la flor nacional de Chile. Es una enredadera trepadora perenne endémica de los bosques templados del país. Sus flores tienen una distintiva forma de campana, con pétalos gruesos y cerosos, y generalmente son de un intenso color rojo carmín, aunque también existen variedades blancas y rosadas. Crece enredándose en los árboles del bosque, y su floración ocurre desde fines del verano hasta principios del otoño.
Chauras (Gaultheria spp.): Pequeños arbustos con frutos comestibles de sabor dulce y que forman densos matorrales.
Notro (Embothrium coccineum): Un arbusto de flores rojas intensas que contrasta vivamente con el verde del paisaje, atrayendo a diversas aves.
Gargal (Berberis darwinii): Un arbusto espinoso con flores anaranjadas que también ofrece una fuente de alimento para la fauna.
Murtilla (Ugni molinae): Un arbusto con frutos pequeños y aromáticos, muy apreciados en la gastronomía local.
La flora del suelo volcánico: Pioneras de la vida
El sector Challupén, con sus coladas de lava y escoriales, presenta un desafío único para la vegetación. Sin embargo, algunas especies “pioneras” han logrado colonizar estos terrenos, demostrando una notable capacidad de adaptación. Entre ellas se encuentran:
Liquenes y musgos: Estas formaciones, que crecen sobre las rocas volcánicas, son las primeras en colonizar los suelos más duros, creando las condiciones iniciales para que otras plantas puedan crecer.
Hierbas y flores silvestres: A lo largo de los senderos y en las zonas más protegidas del viento, se pueden encontrar diversas hierbas y flores, como el amancay, el quinchamalí y la frutilla silvestre, que pintan de color el paisaje volcánico durante la primavera y el verano.
Esta diversidad vegetal es un reflejo de la compleja historia geológica y climática del Parque Nacional Villarrica, y caminar por sus senderos es una oportunidad para apreciar la resiliencia y la belleza de la naturaleza en su estado más puro.
